domingo, 30 de mayo de 2010

CARTA DE AMOR de Silvia Plath

No es fácil expresar lo que has cambiado. Si ahora estoy viva, entonces estaba muerta, aunque como a las piedras, no me preocupaba, seguía en mi lugar de acuerdo con la costumbre.
No me moviste un ápice, no, tampoco me dejaste con los ojos abiertos hacia el cielo una vez más, sin esperanza, claro está, de asir lo azúl ni las estrellas. No fue eso.             

  Me dormí: una serpiente camuflada entre rocas negras como roca negra, en el hiato blanco del invierno, como los vecinos, sin encontrar placer en el millón de mejillas perfectamente cinceladas ardiendo a cada instante para fundir mi mejilla de basalto.
 Se pusieron a llorar, ángeles llorando por naturalezas apagadas, pero no me convencieron. Las lágrimas se helaron. Cada cabeza de muerto tenía un yelmo de hielo.


 Y seguí durmiendo como un dedo doblado. Lo primero que vi fue puro aire y las gotas que se elevaban en rocío puras como espíritus.
 Había muchas piedras alrededor, densas y sin expresión. Yo no sabía que hacer con ello.
Brillaba, como escamas de pica, y me abria para vertermecomo un líquido entre patas de pájaros y tallos de plantas.
No me engañabas. Te reconocí al instante.
 El árbol y la piedra brillaban, sin sombras. Mi dedo se alargaba y rutilaba como cristal. Comencé a brotar como una rama en marzo: un brazo y una pierna, un brazo, una pierna.
 De piedra a nube, así ascendía.
Ahora parezco una especie de dios y floto en el airecon el rumbo del alma pura como una lámina de hielo.
. Es un don.